domingo, 9 de julio de 2023

 



Los siete Samurais de Akira Kurosawa (1954)


Con esta cinta de Kurosawa doy inicio a la serie de entradas destinadas a presentar la selección de las diez mejores películas publicada en la entrada anterior. 
En este caso presento el filme mediante una pequeña selección de escenas que les comparto a modo de avance, un avance ciertamente peculiar. En este blog solo hacemos algunos señalamientos que consideramos relevantes, a fin de guiar la mirada del que lea y vea desde un punto de vista casi inexistente dentro de la crítica cinematográfica y que sin embargo es de capital importancia; hablo aquí de juzgar la película desde un punto de vista moral y desde un punto de vista religioso, espiritual; mas explícitamente desde la Fe divina revelada. Si Nuestro Señor Jesucristo es el centro y el fin de todos los hombres en general y de todo hombre en particular, entonces todo debe juzgarse desde Cristo, con Cristo y en Cristo. 
Ahora bien, los siete samurais de Kurosawa está ambientada en el Japón del siglo XVI. Estamos en una nación pagana, que desconoce a Nuestro Señor casi en su totalidad. En dicho siglo el gran San Francisco Javier llevaría las primeras luces del anuncio de la Verdad eterna, pero no por eso Japón quedaría evangelizada.
¿Por qué entonces un católico presenta un filme que no refleja sino la cultura japonesa vista por un director también japonés del siglo XX? Por una razón sencilla: habiendo caído las naciones occidentales en la apostasía por penetración de la mentalidad revolucionara iluminista de raíz protestante, y en nuestros días, profundizándose mucho mas ese abismo negro de naciones que en un pasado fueron iluminadas por la luz de Cristo, luz que hoy rechazan; sucede, que la antropolatría sútil, y difuminada por doquier, ha oscurecido no sólo las verdades sobrenaturales sino aun las naturales, por lo cual el estado de nuestros países en cierto sentido viene a ser peor que el de las naciones paganas que ignoraban a Nuestro Señor. Porque peor es la oscuridad de rechazar la luz a la oscuridad de no haber sido aun iluminados. Por eso en este filme, como en buena parte de la cinematografía japonesa de esas décadas, uno puede advertir un norte edificante, en sentido moral, que buena parte de los filmes occidentales no pueden presentar. Si bien esto es relativo; pues también hubo y hay muchos cineastas progresistas en Japón, y en occidente también hubo y hay cineastas que retrataron la virtud, como veremos en la siguiente entrada con la clásica pelicula de Ford. Esta es la justificación profunda de la película de Korusawa. Con lo que respecta a la narrativa del filme, a la construcción de los personajes, a la maravillosa puesta en escena, etc. mucho se ha dicho y escrito ya, y es sin duda un aspecto también muy importante, sin el cual, la película no hubiera entrado en esta lista personal, pues por mas buena intención que se tenga, si la ejecución no es buena, no hay arte.

He seleccionado dos o tres escenas como presentación del filme. Es una presentación a modo de trailer que principalmente, mas allá de presentar la trama, muestra un poco el espíritu y la nobleza del largometraje. En estos pocos minutos vemos a los bandidos planificando asolar a los campesinos una vez que haya madurado la cocecha, y cómo los mismos, al enterarse de esto, lloran y claman a la divinidad por una solución. Ellos primero proceden rectamente al consultar al venerable anciano qué deben hacer, y la solución aparece. El anciano les propone algo inaudito: contratar samurais para organizar la defensa. No saben cómo hacerlo, pues no tienen con que pagar. El venerable anciano les dirá que el hambre es tan general que encontrarán samurais hambrientos. Sin embargo encuentran algo mejor: un samurai noble de espíritu que acepta la empresa por compasión hacia los campesinos. 


(Copie y pegue el enlace para ver el video.
Por derechos de autor no puedo compartirlo directo)


https://youtu.be/9kvL1ow7WFY


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